Y como dice la canción, Buenos Aires en llamas.

Este último mes la Universidad de Buenos Aires (UBA) tuvo un panorama bastante lejano al que debería presentar, un panorama que por mala suerte estamos acostumbrados hace bastante tiempo. Toma de facultades, paro docente, clases en la calle, fueron unas de las tantas palabras que reinaron el ambiente en estos últimos días.
Estas cuestiones pusieron de nuevo en escena el problema de la enseñanza pública en nuestro país. Y entre tantos cuestionamientos y reproches más de una vez he oído el conocido “los jóvenes no van a la UBA a estudiar” o “¿por qué en vez de cortar la calle no te vas a estudiar?” o muchos más “estudiar” en relación a “jóvenes politizados”.
Y no solo lo dice el tachero y el colectivero, lo dice mi vecino, mi tío, mi amigo.
Y es que en realidad no hay mucha vuelta al asunto, esos estudiantes que están en plena calle cortando el tráfico con sus bancos no deberían estar allí, deberían estar en la universidad, sentados en un aula. Y allí tiene razón el tachero, y mi tío y los demás. Pero no están allí por un “no quiero estudiar” (o por lo menos eso quiero creer), sino por una viga que le cayó a una joven en la facultad, y por un edificio único de Ciencias Sociales en condiciones, y por un salario digno para los profesores. Y en este caso es cierto que no tendrían que estar allí protestando, ni tomando las facultades. Tendrían que estar estudiando mientras otro se encarga de solucionar estos inconvenientes. Pero el hecho es que esa solución no existe hoy ni nunca ha existido, y los problemas estuvieron y están. Porque no se puede pretender que una de las universidades más renombradas de Latino América se encuentre en estas condiciones, con edificios que “se caen abajo” literalmente, con profesores en pésimas condiciones de pago y con un ambiente donde siempre fueron muchos los problemas y siempre nulas las soluciones. Siempre se dijo que los jóvenes son el futuro, y claro está. Pero, ¿qué futuro se puede esperar en un país donde la educación de estos jóvenes se encuentra entre paros y toma de facultades? ¿Qué futuro se puede construir en un lugar donde nunca hay respuestas a los reclamos y donde si hay una respuesta es “por favor detengan el paro”? La educación pública está en crisis y de eso no quedan dudas. Y eso es algo que jamás se puede permitir. No se puede tolerar que la Universidad de Buenos Aires, universidad caracterizada siempre por su excelencia, se encuentre en estas condiciones.
Y me causa gracia realmente cuando escucho que su problema recae en su carácter “gratuito”, y se plantea como posible solución el cobro de un arancel.
Porque es ese carácter “gratuito” el que permite justamente que sea una fuente de estudio “al alcance de todos”. Pero obviamente esto no es totalmente cierto, porque partiendo desde la base, “gratuita” la UBA no es. Porque será gratuita su cuota mensual, pero no lo es su cursada en general. Sus bibliografías necesarias jamás se han presentado gratuitas, y monto general a fin de mes es un número que no “todos” pueden costear.
Y si a esto encima le sumamos que las exigencias que requieren sus materias no son un esfuerzo que realmente “todos” puedan dar, entonces habremos acotado ese “todos” a un numero menor al imaginado. Porque la situación socio-económica en que se encuentra nuestro país hace que ese “todos” se vea cada año mas reducido, porque la realidad es que hay sectores que no pueden llevar a cabo la totalidad de una carrera en la UBA.
Ahora bien, ¿qué pasaría si encima de esto se comenzara a cobrar un arancel?
La respuesta ya es obvia, sin duda alguna ese “todos” será aun más pequeño que hoy en día, esa desigualdad entre sectores altos y bajos será cada vez mayor.
El panorama de la UBA es sin duda un fuego a apagar de inmediato. Y la solución no se encuentra en otro lado sino en las autoridades de la ciudad. La redistribución de los ingresos debe presentar un cambio de manera urgente, porque sabemos que este fuego no se va a apagar con una leve llovizna, sabemos que este fuego se ira incrementando cada vez más hasta convertirse en un incendio imposible de apagar. Y vuelvo a repetir, la situación actual Universidad de Buenos Aires es un problema que no puede permitirse hoy ni jamás, es una crisis que pide atención inmediata, un fuego que necesita de urgencia un baldazo de agua fría, que nunca logrará eliminar las cenizas del pasado pero que sí logre aliviar el presente y permitir un mejor futuro.

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