Miles de años pasan por debajo mío.
Miles de luchas, miles de lágrimas, miles de gritos.
Este mismo empedrado, este sobre el que hoy se apoyan mis topper negras, años y años atrás lo pisaba el gran Cesar, seguido por su innumerable batallón.
Se que debo levantar la vista y maravillarme con las solemnes construcciones, pero no, no puedo desviar la mirada. Todas esas historias que siempre me contaba mi abuelo, justo antes de quedarme dormida, esta acá, todas esas historias descansan bajo mis sucios pies. Se que no soy digna de estar aquí, se que estas zapatillas gastadas tendrían que estar en otro lugar, no se donde, pero no aquí.
Esa misma noche Camila dejo Roma atrás. No vio el coliseo, no entró al vaticano ni probo el helado ni la pizza italiana.
Hoy la chica de Almagro se encuentra en Corrientes y Medrano, pisando firme con sus topper negras, sabiendo que ese piso, esa baldosa rajada, es realmente su lugar en el mundo.
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